Ya en plena campaña electoral, el presidente Macri se ha desatado con acusaciones de todo tipo, catalogando al decano abogado laboralista Héctor Recalde, diputado Nacional y presidente de la bancada del Frente para la Victoria, tildándolo de mafioso, seguramente aconsejado por sus estrategas mediáticos, quienes calculan que la confrontación gratuita, es decir de aquélla que se lanza sin pruebas, le genera algún tipo de rédito electoral, aunque sea para su propia feligresía.
Señor presidente, esto no es serio, más bien es bastante grotesco. Quizá su larvada animadversión ante el diputado Recalde provenga de algún episodio ocurrido en su actividad privada como empresario, ya que este abogado le ganó algunos juicios contra su intento de conculcar los derechos de sus trabajadores en sus empresas. Nada nuevo, ¿no?
Sin embargo, es particularmente preocupante, en estos tiempos de Oderbrecht, que justamente haya elegido para este ataque, a un ciudadano, quien otrora, y en defensa de los derechos de sus representados, es decir los trabajadores, no sólo rechazó una gigantesca coima del corrupto empresariado prebendario del estado, sino que instrumentó los recursos para generar prueba de la misma y presentarla ante la justicia.
Ya los antiguos romanos, ante estas acciones, tenían un excelente proverbio Malus est qui praesumitur sibi malos esse alios, que traducido, diría algo así como “malo es quien presume que los demás son malos”, predecesor del aforismo ibérico de «Cree el ladrón que todos son de su condición»
Por supuesto que nos solidarizamos con el diputado Recalde contra este terrible avance patoteril que el gobierno nacional, con el presidente Macri a la cabeza, está implementando contra todo aquél que no esté alineado servilmente en un 100% en su accionar.