Instalar la idea de que todo lo estatal es malo, contra una supuesta mirada eficientista de sesgo empresarial, es una idea que recurrentemente nos han estado instilando desde décadas, al mejor estilo de Milton Friedman, las distintas potencias extranjeras que se disputan la hegemonía planetaria, y que, lamentablemente, hacen eco en nuestro país tanto sea por sus personeros, los medios concentrados, y algún que otro distraído que mal entendió que esa podría ser la senda del desarrollo.
Utilizando un discurso de carácter eficientista, lo que terminan haciendo es reducir la inversión social considerada como gasto y concentrarla en manos de aquellos grupos hegemónicos que los respaldan políticamente.
Todo esto mezclado con una versión procesista remasterizada de «achicar el estado es agrandar la nación», que achaca todos los males a la existencia del Estado.
Sin embargo el desmanejo no se puede tapar con las manos.
No lo dice un grupo progresista, hasta el mismo Broda, señor economista del establishment, los corre por izquierda, señalando que «Acá no hay plan A ni plan B, esto es insostenible en el largo plazo»
Además el mismo FMI genera informes que pondera la inflación del país para el 2017 al alza, con un valor de piso del 25%, 8 puntos por encima de la que el gobierno nacional del presidente Macri intenta hacernos creer en sus discursos guionados.